Fue hasta mediados de pandemia que Emely y yo nos encontramos, nos conocimos realmente y comenzamos a descubrir poco a poco todas estas coincidencias que sin pensarlo nos habrían hecho sentir conectados, cercanos, conocidos, esperanzados e ilusionados; incluso a pesar de la distancia que nos separaba físicamente. Durante casi 4 años de noviazgo hemos sido testigos de que el amor es paciente, bondadoso, que perdona todo y que lo espera todo, hemos sido testigos de que no existen distancias largas o cortas para cuando se ama y es por esto que para nosotros el habernos conocido no fue simplemente una coincidencia, fue un regalo de Dios para nuestras vidas. 

 

Sin saber lo que Dios tenia preparado para los dos, nos adentrábamos cada vez más en nuestra relación sincronizando nuestro corazón. Nos convertimos en mejores amigos, en cómplices y en enamorados. Ahí fue donde me di cuenta que “Me encontré con el amor de mi vida, lo agarré y no lo solté”. (Cantares 3:4)

 

Es por esto, que no nos queda más que darle gracias a Dios por habernos diseñado perfectamente el uno para el otro y por habernos regalado el momento perfecto para coincidir. 

Emely, esposa mía, fuiste, eres y siempre serás mi más bonita casualidad.

Daniel, y tu siempre serás mi más bonita coincidencia en el momento mas perfecto que pudo ser.

 

Nos emociona y nos honra mucho el compartir este nuevo capítulo de nuestra historia con todos ustedes, nos vemos pronto, los queremos mucho.